viernes, 29 de marzo de 2019

3. Restaurando sueños con amigos



La amistad es un sentimiento y una necesidad universal en todo momento, sobre todo en momentos de desconcierto.

Hace algunos años el cantante italiano Giorio Gaber interpretó esta bella canción… Uno de cuyos versos dice así:


“Un amico è un tesoro,
te l'ho già sentito dire.
Ed ognuno l'ha provato
quando solo si è trovato,

la parola di un amico

ti può dar quel che non hai.”
Hermosa definición que se encuentra aquí de la amistad… “un amigo es un tesoro, te lo he ya escuchado decir y cualquiera lo ha probado cuando solo se ha encontrado. La palabra de un amigo te puede dar lo que no tienes”.




Yo experimenté este valor universal de la amistad cuando, a la semana de haber nacido Natalí, llegó a la puerta de mi casa un obsequio. Y allí, en medio de varios detalles del regalo, recibí unas palabras muy hermosas de mi ex jefa: Julie Falconí.
“Fátima, respeto tu silencio y lo entiendo mejor que nadie. Deseo que sepas que tan solo necesitas extender la mano y estaré cuando y en el lugar que me necesites.
Cuando nació mi Juliana -con algo parecido-, recuerdo que alguna vez dije: “Me quiero bajar de esta montaña rusa”. Al pasar el tiempo, te puedo que no se detiene, pero pierde su intensidad. Lo importante es que no estás sola, Dios es el mejor apoyo que tú puedes tener, aférrate a El. Me atrevo a enviarte este detalle: en tu agenda encontrarás la oración “Jesús, yo confío en ti”. Ha sido mi apoyo espiritual constante. Lamentablemente al leerlo la primera vez, no resuelve los problemas, pero sientes alivio. De tanto repetirla, te das cuenta de que es verdad lo de poner todo en manos de Dios.
La oración “Una madre especial” es para que, poco a poco, respondas a una pregunta que seguro te estarás haciendo. En estos momentos, de seguro te es difícil expresar todo lo que sientes, gritar incluso y no saber a quién acudir, hasta que llegue la etapa de aceptación. Aquí tienes esta herramienta. Te aconsejo que no te quedes con el malestar y dolor dentro en tu corazón. Dios ha confiado plenamente en ti. Cuando nace un niño, nace una madre."


                                                                           -Julie Falconí

Esta carta fue, definitivamente, una taza de “chocolate caliente para el alma”. Tantas palabras han ablandado mi camino… aquí recojo algunas y se las entrego:
“Tu niña es hermosa. Sigue adelante y cuenta conmigo. (Glenda Anzules – compañera de trabajo)
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“Vive un día a la vez”. (Rodrigo Bermudez – compañero de estudios)
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“Tu angelito rockero te traerá momentos muy felices. Trabaja en ella y dale tiempo. (Nelly Cedeño - compañera de trabajos)
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“Les sobra un cromosoma,
se ríen más de lo estadísticamente normal;
no llegan al último grado de abstracción;
sienten la caricia
y la ternura.
Evidentemente
son especiales
y son,
probablemente,
felices."  ( Juan Ignacio Vara - ex maestro).




Seguramente ustedes también contarán en el camino con amigos o hasta conocidos que estarán dispuestos a acompañarlos de alguna manera en los tantos trayectos. !Qué gran valor el de los buenos amigos! Sus palabras son semillas para los cimientos de los proyectos inclusivos.  

2. La familia cuesta arriba



Alguna vez leí que en el boxeo, cuando un pugilista ya no puede continuar la pelea, su entrenador lanza una toalla en el ring para dar a entender que su representado se declara derrotado.

Cuando se nos vienen encima duros golpes de la vida, nos sentimos encerrados en un círculo de aparente soledad, y sentimos inmediatamente la necesidad de “tirar la toalla” para terminar el juego de la vida.





Felizmente, la misma vida se encarga de ponernos al lado a personas dispuestas, inmediatamente, a romper ese muro para evitar que abandonemos objetivos. Gente con un gran carisma humano y amor es la única que está dispuesta a compartir con nosotros esos momentos difíciles brindándonos, comprensión y apoyo.



Abuelos, tíos, primos, y más familia, el equipo invencible. Todos traen con su afecto el resurgir de las fuerzas que hacen falta para seguir adelante. Así me paso a mí:

Era el día 20 desde el nacimiento de mi hija Natalí, cuando llegué a casa de los abuelos. ¡Qué sorpresa! El ambiente tenía un brillo especial. Decoraciones colgaban de la puerta de acceso a casa dando la bienvenida a mi pequeña. Y, en seguida, los apapachos de abuelos no se hicieron esperar. Qué mágica sensación de alivio para el corazón.  



Si describo las atenciones que recibimos mi hija y yo, seguramente, me faltaría papel para seguir escribiendo. Creo que puedo decirles que fueron las atenciones de amor a las que los abuelos nos tienen acostumbrados en cualquier punto del planeta pero…con un extra. Ellos han estado siempre dispuestos a todo. Han sido mi compañía en todas las terapias, en todos los médicos, en todas las subidas y bajadas de esta situación de vida. ¡Qué comienzo para recobrar fuerzas!


No pasaron más que un par de días para que yo empezara a ver al resto de mi familia en mi casa. Todos con algún detalle para mi recién nacida y con algunas palabras de fuerza que compartir conmigo.


Desde la primera mirada a mi hija, cada miembro de la familia asumió un rol. 

No faltó un primo o un tío que se ofreciera a llevar a mi hija a terapia mientras yo debía cumplir con cerrar algún asunto de trabajo. No faltó una llamada telefónica o un mensaje de texto para preguntar, a menudo, cómo seguía la niña o en qué más se podía ayudar. 


También se pusieron a buscar fiestas infantiles a las cuales poder invitarla. No podía faltar el amor de los abuelos paternos y de otros tíos que, aun estando lejos de Ecuador, enviaban saludos y ajuares para mi bebé. Resumo la experiencia familiar vivida como: “fantástica muestra de amor inclusivo”. 

Ya tendrán ustedes también sus propias historias de lucha en familia. Mucha suerte, adelante. Incluyo para ustedes un video que explica, acertadamente, cómo jugar los partidos de la vida en familia. Disfrútenlo.