Recuerdo aún la primera vez que fui a terapia con mi hija. Pensaba yo que
el ingreso y la salida de la oficina de la terapista marcaba el tiempo de
trabajo de superación de Natalí.
Sin embargo, al poco tiempo de conocer a las primeras especialistas, caí en un
diálogo útil:
“Licenciada, ¿será que puedo separar
con usted otro día extra de terapia semanal?”, pregunté a la especialista física.
“Sí, señora, pero igual voy a necesitar de su
apoyo con su hija”, respondió.
A esa primera conversación le siguieron muchas otras en donde se revelaba claramente mi protagonismo en el éxito o fracaso de mi hija a diario.
Quiero nombrarles algunas terapias caseras que hube de
aplicar con frecuencia para contribuir y reforzar el tratamiento de los
profesionales cuando Natalí
tenía entre 1 mes de nacida y 3 años:
Terapia de lenguaje:
1.
Poner una mota de algodón cerca del borde de una mesa y
hacer que la niña sople la mota para hacerla avanzar.
2.
Poner miel o leche condensada en los bordes de los labios
de la infante e indicarle que debía sacar su lengua para limpiar sus labios.
3.
Hablar con la niña de manera lenta y con pronunciación muy
clara de los sonidos al transmitirle sus primeras palabras. Usar imágenes al
querer lograr de mejor manera este cometido.
Terapia física:
1.
Tener a la mano una campanilla, chinesco u otro objeto
con agradable sonido. El objeto se coloca primero al lado derecho del bebé, luego a la izquierda
esperando siempre que el infante mire hacia el lado donde proviene el sonido.
También se puede poner al nene boca abajo y sonar la campanilla en la parte de
atrás de su cabeza, eso hará que el busque levantar su cabeza.
2.
Conseguir una pelota grande y colocar al bebé encima de ella. Al
balancearlo, el niño irá
aprendiendo a buscar estabilidad física para lograr equilibrio en su postura.
3.
Buscar un área de la casa en donde la madre pueda enseñar
los movimientos tempranos del gateo al bebé. El solo no podrá en muchos de los casos, requiere
enseñanza de estos movimientos. El gateo estimula el desarrollo de las neuronas
cerebrales y el sentido de la orientación.
4.
Usar una lavacara amplia y verter arena en ella. El niño
debe caminar por el área disponible.
5.
Bailar con el bebé en brazos para transmitirle el sentido
del ritmo que luego favorecerá a otras habilidades que el nene necesitará en su
desarrollo.
6.
Formar con sillas y dos barras paralelas un pasadizo para
que la niña pueda ponerse de pie sosteniéndose de las barras.
Sería un poco larga la lista si
quisiera enumerar los diferentes esfuerzos caseros a los que recurrimos mi
familia y yo para contribuir a la maduración integral de mi hija. Lo importante
es siempre como padres darse el tiempo para brindar este apoyo y, mucho mejor,
si el resto de la familia se involucra también en esta tarea. La terapia en
casa no solo es posible, más bien es muy necesaria e indispensable. La primera oficina de terapias es y será siempre nuestro hogar con la asesoría de los especialistas.