Después de un año en la
primera Institución Educativa Especial que me acogió, tuve deseo de visitar la
biblioteca del lugar. Al entrar allí y ver el espacio, sentí profunda admiración
por el esfuerzo visible del personal del Centro por procurar juntar piezas
perdidas de un extenso rompecabezas llamado Síndrome de Down. Cada libro y revista recogida de España,
Colombia, Chile, Estados Unidos, etc contenía tanta información necesaria pero, escondida aún en nuestro medio, sobre estos niños.
Ojeando alguna página me topé
con un tema muy relevante dentro del esfuerzo inclusivo: “cuidado de la estima
de los infantes”. Llevar las uñas correctamente cortadas, el cuerpo
adecuadamente limpio, la cara lavada, contar con un buen peinado y un vestido
de acuerdo a su edad cronológica, la ropa limpia, etc. Todo esto se
recomendaba.
¡Qué importante tanto detalle personal!
Después de cumplir con esas recomendaciones, puedo decir que la estima también la
hemos ejercitado con mi hija aprendiendo palabras de respeto a los demás y
autorespeto: buenos días, gracias, por favor, disculpen, aprender a sentarse y pararse correctamente, saber dar la mano al saludar, etc. Nos ha costado mucho esfuerzo este
aprendizaje. Como madre me ha
tocado observar cómo actúa mi hija -personal y socialmente- y corregir sobre la marcha. Nos ha
significado también, muchas repeticiones diarias en las diferentes situaciones de vida.
Desde ese día hasta hoy, me debo al
cuidado de una personalidad sana en mi niña, a través de las lecciones cotidianas de amor propio
y amor a los demás. Sin embargo, esta tarea sigue siendo aún
extensa. Ya iremos practicando y aprendiendo - ella y yo - más en el camino.