viernes, 24 de mayo de 2019

8. Aprendiendo a fortalecer la estima del niño



Después de un año en la primera Institución Educativa Especial que me acogió, tuve deseo de visitar la biblioteca del lugar. Al entrar allí y ver el espacio, sentí profunda admiración por el esfuerzo visible del personal del Centro por procurar juntar piezas perdidas de un extenso rompecabezas llamado Síndrome de Down. Cada libro y revista recogida de España, Colombia, Chile, Estados Unidos, etc contenía tanta información necesaria pero, escondida aún en nuestro medio, sobre estos niños.  

Ojeando alguna página me topé con un tema muy relevante dentro del esfuerzo inclusivo: “cuidado de la estima de los infantes”. Llevar las uñas correctamente cortadas, el cuerpo adecuadamente limpio, la cara lavada, contar con un buen peinado y un vestido de acuerdo a su edad cronológica, la ropa limpia, etc. Todo esto se recomendaba.



¡Qué importante tanto detalle personal! Después de cumplir con esas recomendaciones, puedo decir que la estima también la hemos ejercitado con mi hija aprendiendo palabras de respeto a los demás y autorespeto: buenos días, gracias, por favor, disculpen, aprender a sentarse y pararse correctamente, saber dar la mano al saludar, etc. Nos ha costado mucho esfuerzo este aprendizaje. Como madre me ha tocado observar cómo actúa mi hija -personal y socialmente- y corregir sobre la marcha. Nos ha significado también, muchas repeticiones diarias en las  diferentes situaciones de vida.

Desde ese día hasta hoy, me debo al cuidado de una personalidad sana en mi niña, a través de las lecciones cotidianas de amor propio y amor a los demás. Sin embargo, esta tarea sigue siendo aún extensa. Ya iremos practicando y aprendiendo - ella y yo - más en el camino.



martes, 7 de mayo de 2019

7. Mamá: psicología sana



“No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones”, escribió el psicoterapeuta Jorge Bucay. Como en toda vida humana, los días buenos y malos aparecen con normalidad. En el caso de la atención de un niño con discapacidad, la intensidad de los días es a doble revolución. Así me topé con dicha novedad:

Durante una de las tantas sesiones de psicología grupal en Fasinarm, la psicóloga nos indicó: “Recuerden que ustedes deben primero estar bien, para que puedan ayudar a que sus hijos estén bien. No pierdan sus sueños, sus anhelos”.

Acto seguido cada madre empezó a nombrar qué sueños particulares tenían para sí mismas. Que si querían poner un negocio personal, capacitarse un poco más a nivel profesional, dedicar un poco de tiempo a las amigas o simplemente ponerse en forma, etc. Cada una tenía un deseo para sí. 



Lo cierto es que, con tanta atención que requieren nuestros niños y si a esto se suman las tareas cotidianas del hogar y/o del trabajo profesional y otras situaciones de vida, poco o nada de tiempo queda para la recreación sana de la mente de una madre.

Desde aquel día hasta hoy he tratado de abrirme espacios breves de atención a mí misma. No ha sido sencillo y aún sigo en este intento con afán pues, con dificultad, he logrado comprender lo bueno de establecer un equilibrio en las emociones y sueños diarios de una madre para refrescar enfoques de desarrollo familiar (primer terreno fértil de las prácticas inclusivas).